sábado, 24 de octubre de 2020

Otro día de despertar sola

 Siento que la gente no me cree cuando digo que ya estoy bien. Quizás porque no estoy "bien" del todo pero ¿mejor que antes? Claro que sí, eso ni lo duden. 


La cosa con el duelo y la sanación es que no son aspectos lineales: Hay muchos altibajos. Hay días buenos y días malos y otros días terribles, en que se te sientes que mueres en vida, pero la nueva mañana llega y las cosas no se ven tan horribles. 

Me gusta pensar que desde enero del 2019 las cosas se voltearon para mí pero en realidad creo que ya tenía un tiempo antes de eso. Toda esta historia es un enredo de emociones, palabras y muy mala comunicación. El miedo y los chismes, los celos psicóticos y la inseguridad fueron los clavos para mandarnos a la tumba.

Lloré por mucho tiempo, no podría contar cuánto pero lo hice. Lloré en mi cama, en mi casa, sola. Lloré en los baños de los antros y lloraba en el asiento del copiloto de los autos de mis amigues. Lloraba cuando veía películas o cuando ciertas canciones oía. Lloraba cuando salía a caminar y tenía que pasar por ciertos lugares que me traían recuerdos tan dulces como amargos. Lloraba en silencio, sin lágrimas y lloraba con mi roomie y con mi pareja y con extraños de Tinder. 

Y justo cuando pensé que me iba a morir del desamor, del corazón roto, me desperté y todo era mejor. Mi corazón ya no dolía y mis sentimientos parecían adormilados, tranquilos, curados. El día siguiente llegó y luego el siguiente y así fue hasta que llegamos a hoy, sábado 24 de Octubre del 2020. 

Estoy bien, quizás no al 100% (¿Quién que haya vivido lo que vivimos podría estar alguna vez al 100% bien?)



A veces todavía sueño con ella. No puedo evitarlo y no sé cómo tampoco. Desde ese día misterioso de junio en que todo mejoró, fue como si una niebla se posara sobre ella y lo que significaba para mí. Poco a poco sus recuerdos, el dolor y la angustia y todo lo malo fueron desvaneciéndose hasta convertirse en apenas un sueño febril de invierno. Ya no me duele pensar en ella, pero tampoco pienso en ella a propósito. Le deseo todo lo mejor del mundo, todo el amor y todo el éxito y toda la felicidad, porque se lo merece, pero no estoy tentada a echarle una mirada a su vida por mera curiosidad y morbo. 

Incluso cuando se me aparece en sueños y me dice que quiere volver, incluso cuando podría decirme todo lo que no me dijo a la cara, parafraseando la última carta que recibí de ella, al despertar no me siento perturbada ni incómoda ni triste. Me siento... normal. 

Como fantasma atrapado en una casa embrujada cuyo único destino es espantar a quién sea que se encuentre dentro aprendí a convivir con ella y todo lo que dejó atrás conmigo cuando decidió irse. 

Aprendí a sentirla en las calles y en los rayos del sol, aprendí a escucharla en mis canciones favoritas, aprendí a ver su reflejo en mis ojos cansados y aprendí a dejarla ir, a soltarla desde lo más profundo de mí donde la raíz que con cariño y sincero amor ella plantó me estaba envenenando, volviéndome loca.


En vez de pelearme con su fantasma, buscar exorcisarme de ella, arrancármela de aquí sin importar el daño que me iba a causar, decidí simplemente hacer las paces con lo que sé que no puedo combatir. En vez de dejarme destruir por su recuerdo decidí guardarlo con cariño.



Escribo todo esto y con un tono quizás demasiado tétrico y triste porque soñé con ella. Esta vez difiere un poco porque al despertar sentí un malestar ansioso, como mortificación. No tengo manera de saber si ella está bien o si necesita algo y tampoco estoy segura de querer pedir ayuda para averiguarlo, lo que sí es que a pesar de todo este tiempo mis sentimientos poco han cambiado. Creo que ella siempre será alguien muy importante para mí y que todo este amor no se irá a ningún lado, pero al menos aprendí de todo esto y estoy en paz.


Esto del luto y la sanación es una montaña rusa, sólo que sinceramente hoy no sé si estoy en una alta o una baja.

miércoles, 14 de octubre de 2020

Pensamientos malos que piensan las malas personas

 Tuvo que pasar mucho tiempo (y muchos sinsabores) para que aprendiera que no existe ni "lo bueno" ni lo "malo", todo está bajo el lente en que lo mires y me explico: La gente no es como en las pelis de Disney, quiero decir, no existen enteros en la humanidad. Somos matices de grises. No existe nadie "enteramente" bueno ni nadie enteramente malo. Como prismas, tenemos lados que brillan y otros que son opacos.

Aun así y teniendo tan fresca esa lección dentro de mi mente me cuesta deshacerme de los viejos hábitos. Crecí rodeada de catolicismo, se me impuso esa religión hasta por la nariz y a pesar de que ahora me he alejado bastante de todo lo que representa, creo que mucho aprendizaje aún sigue dentro de mí. Siento culpa por muchas cosas, siento culpa por cosas que no son extraordinarias, que hasta de hecho son naturales y normales, pero no me permito flaquear. ¿Qué hacen las personas buenas? Hacer cosas buenas, prevenir el mal. Pero a veces no tengo ganas ni energía ni idea de cómo ser una buena persona. Me gusta pensar que cuando no estoy participando activamente en la marginación y opresión estoy siendo buena persona pero las personas buenas no piensan los malos pensamientos que a veces he llegado a pensar.


"Pensamientos intrusivos" me gusta decir porque no tengo mucho control sobre ellos. Aparecen, espontáneos e implacables pero apenas los dejo reposando unos segundos la culpa llega y los destierro de mi mente con una frenética preocupación, casi obsesiva. ¡¿Cómo me atrevo a pensar así?! ¿Es que soy una horrible persona?

No, leí en internet que es algo muy común entre la gente pensante. No hay nada de qué preocuparse mientras esos pensamientos no se vuelvan acciones. 

Los míos no se vuelven acciones, a veces sí se convierten en deseos. Y entonces, pasa.


No me malentiendan, no voy por ahí deseándole el mal a la gente que no me hace nada, a desconocidxs o así. Tampoco. Creo que hay líneas y límites que no deben ser cruzados y en realidad yo no tengo nada en contra de "la humanidad".

No puedo evitarlo, ¿Saben? El ver a alguien que me hizo daño o que le hizo daño a alguien que amo y no pensar cosas malas. Por eso procuro mucho el evitar a esta gente. No tengo ninguna intención de encontrarme con esa gente porque sé que no me hará ningún bien para mí, ni emocionalmente ni, pues, mentalmente. Pensar y desear el mal es desgastante.

Prefiero darles la vuelta, faltar a esa fiesta, silenciar esa cuenta, no volver a aparecerme por ahí si sé que habrá gente non-grata para mí.

Lo que sucede después de estos pensamientos, en seguida de eliminarlos de mi ser, es que llega la culpa.

¡¿Qué clase de persona *piensa* esto?! ¡Qué fraude que alguien  que se piense buena tenga el descaro y el veneno de desear algo tan horrible!

Y aquí está la cuestión: Yo nunca he proclamado ser buena, cuando era muy chiquita y vi que no entraba en los ideales católicos, me quité ese "idealismo" de considerarme a mí misma buena y digna y ser divina, "hija de dios".

Conforme crecía y me enfrentaba a estos sentimientos y pensamientos alejados de la divinidad y la gracia de un dios bondadoso y compasivo, entendí que jamás tendría lugar ahí, en esa gloria tan elevada y tan anhelada por la humanidad.

Yo siento ira y siento decepción y me enojo y siento el impulso de soltar un madrazo cuando me siento en peligro y lloro y grito y destrozo todo a mi lado. Las nubes sobre mí se vuelven grises y el viento sopla con fuerza y la tormenta arrasa con todo o si lo prefiero enciendo chispas y quemo todo hasta dejarlo en cenizas.

Y soy resentida y planeo mis vendettas y tacho nombres y se me amarga la voz de sólo pronunciar heridas pasadas. Y me enojo y saboteo y si tuviera tantito control no duden ni un segundo que tomaría cartas en el asunto.

Soy punitiva y burlona y reacia a "ser la mejor persona". No soy mejor a nadie y no tengo intención de serlo. No soy misericordiosa y tampoco sé perdonar. Me parece inútil.




La culpa persiste. Y es bastante incisiva cuando son cosas graves. En general no soy de la idea de malgastar mi tiempo pensando o deseando cosas horribles, en estos tiempos más que nada lo que necesito hacer es conservar mi poca energía.

No me siento orgullosa pero tampoco me siento "arrepentida".

En las últimas semanas había estado teniendo ciertos altercados con gente que en realidad siempre me ha importado una mierda pero ajá, hay que mantener un perfil bajo y la sonrisa amable y chalalá. En algún momento de ira, en medio de lo que yo sentí como ataques y burlas, salió lo peor de mí. Mis pensamientos, más allá de la ira fantasiosa que me caracteriza, fueron tan calculadores y realistas que hasta por un momento me asusté porque no es algo tan mío de mí. Pensé que eran tan cercanos a la realidad que hasta podrían hacerse verdad.


Se hicieron verdad, me enteré hace no mucho. Y como se imaginará, quedé SHOOK.

¿Yo provoqué esto? ¿Fui partícipe? ¿Activamente traje desgracia a la vida de estas personas? ¿Mis pensamientos se volvieron deseos y esos deseos se intensificaron tanto que literalmente se materializaron? ¿Tengo algún poder sobrenatural de ejecutar mis más terribles castigos? 

Estuve varias horas, varios días dándole vueltas a lo mismo. No creo en el karma, me parece algo ocioso y tampoco creo en la justicia divina, de verdad pienso que Diosita anda más ocupada por ahí haciendo más realidades y humanidades que preocuparse por devolverme el zape que yo inintencionadamente lancé al universo.

Mi culpa católica me siguió como fantasma. 



Yo no tengo la culpa de que esa gente haya vivido lo que vivió. Ni siquiera conozco sus circunstancias y si las cosas pasan es porque algo condujo a todo eso. No creo en las coincidencias, la vida más bien es una fila de dominó que cae...

Yo estoy lejos de ellxs, no tengo poder político, ni dinero ni tratos con entidades no-humanas que me permitan mover hilos y hacer mi voluntad. Soy tan normal y tan común como cualquier otra persona. Y la verdad no me da particular gusto lo malo (o bueno, a decir verdad) que puedan vivir.

Repetiré lo que una vez tuiteé, hace bastante tiempo:

"Aquellxs que alcen sus bocas contra mí han de caer"


(O ya no me acuerdo si esas fueron mis palabras exactas XD)






lunes, 5 de octubre de 2020

Stephen, el fanatismo activista y yo

 *Se quita sus guantes de plástico*


Debería usar guantes para tocar este tema porque yo sé que a mucha gente le parece bien polémico, "baboso", innecesario y hasta demonizante el hablar tan a la ligera y tan, eh, ¿honestamente? sobre esta situación que creo que a todxs nos toca en algún sentido y en cierta medida.

No me malinterpreten, no es algo que haya pasado de la nada, lo cierto es que tenía semanas, quizás meses queriendo escribir sobre el tema pero no me animaba. No me animaba por dos cosas: La primera era que no sabía con seguridad lo que quería decir. Este blog no es algo profesional ni ilustrativo ni pedagógico ni nada, ya lo saben, sólo soy yo sentada en la orilla de algo, gritándole a la nada. Nada qué rescatar, nada digno de ser mencionado y no me molesta. Por lo tanto, mi intención de contar algo es lo único que me mueve y si antes no sabía qué decir o cómo articular lo que pensaba, hoy ya sé. Lo segundo es que, si me siguen en twitter, saben que conforme ha pasado el tiempo he tomado... ~cierta~ importancia dentro. No tengo muchos seguidores pero de las pocas personas que podrían seguirme hay figuras bastante importantes, populares, imponentes. Tenía miedo de que se metieran a mi blog, no les gustara lo que encontraran y me sabotearan o me regañaran y me dijeran cosas feas en público. YA ME HA PASADO, lo saben, son testigos los muros de este blog. En fin.

Hoy agarré valor después del último fin de semana y de lo que pasó con Stephen. Hoy sí les cuento lo que pienso y dónde estoy parada:




Decidí escribir esto haciendo la metáfora de mi relación con Stephen que igual no es 100% certera pero creo que algo de lo que sentí y viví puede servir como espejo para quién sea que quiera leer esto.


Stephen King es un escritor de terror al que yo empecé a leer en la preparatoria, tendría unos quince años más o menos. Siempre he sido adepta al terror pero digamos que él fue mi primer acercamiento al terror más adulto. Stephen tiene esta manía de escribir muchísimo y sobre muchas cosas, es muy explícito cuando debe serlo -sobre todo en las escenas de tensión/terror/violencia- y cuando no, deja bastante claro de lo que se habla. Usa un lenguaje muy accesible y a pesar de todos los premios, los millones en ventas, las numerosas adaptaciones al cine, el ícono tan popular que se volvió no sólo en la literatura sino en la cultura pop mundial, es una persona muy sencilla, para nada ostentosa o pretenciosa al contrario de mucha gente en el mundo de la literatura.

Yo me enamoré de él, no sólo como escritor sino como hombre también. Hubo una época en la que sólo lo leía a él, leía sus novelas, sus cuentos, los textos que había publicado en internet, etc, etc, etc. Me parecía alguien sumamente interesante. Tenía muchas ganas de invitarle un café -porque no toma, es abstemio- para hacerle miles de preguntas sobre el proceso de escribir, editar y publicar, sobre la fama, sobre su vida personal y sus más íntimos pensamientos. Me aprendí su vida de Pí a Pá. Mientras más leía sobre él, sus opiniones, lo que pensaba, lo veía hablar en entrevistas y así, más me convencía a mí misma que éramos ~iguales~, que él era como una parte de mí, la parte que sí me gusta de mí. Y no pude no sentir una atracción más allá de mi admiración intelectual.

Cuando mis amigues querían regalarme libros lo hacían de Stephen, hace bastantes años colgué una foto de él en mi pared del ~orgullo~, hablaba constantemente de él y hasta hice un proyecto para una clase de literatura de la prepa llamado "Si me casara con Stephen King", -la maestra se lo tomó con mucho humor-, y así, como cualquier persona autista, me fui como hilo de seda en este mundo de la hiperfijación. 

A veces fantaseaba con que me lo encontraba en un estacionamiento y practicaba mi inglés con una particular obsesión por si un día esa charla se daba -que obvio no, pero todo es posible en este mundo y ajá-

Cuando descubrí que de hecho era tan humano como yo, que tenía defectos, que tenía actitudes reprobables y que seguro tenía más de algún esqueleto en el armario que me haría horrorizarme, se me fue la sangre hasta los pies.




Dentro de toda mi obsesión romántica tomé un respiro, agarré valor y retrocedí varios pasos para ver mejor el panorama y con los mismos ojos de amor que veía su hermosa y guapísima cara, también vi lo demás: No es muy bueno escribiendo finales, de hecho podría hacerles una lista de todos los finales que escribió y que no me gustaron, que no tienen sentido, que yo pude haber escrito ~mejor~. También escribe mucha paja mental y no sé si es porque quiere compensar algo o si su editor está secretamente enamorado de él y por eso le permite escribir sobre una casa usando más de cincuenta hojas para detallarla.  

Aun así y después de darme cuenta que quizás nadie más a mi alrededor lo veía como yo, decidí seguirlo. No era el escritor perfecto, ni era mi escritor favorito pero era alguien muy importante para mí. Mucho muy importante.

Todo estuvo bien hasta que un día y a sus setenta y dos años se le ocurrió abrir tuiter y hacer un hilo sin hilar sus tuits que terminó en encabezados de periódicos: "Stephen King dice que la diversidad no debería ser cuota para el arte".

Me enojé y salté. Le contesté en inglés diciendo que aunque entendía su punto estaba mal establecido y que debía corregirse o algo. 

Creo que mucha gente le contestó porque al día siguiente lo corrigió, o más bien, aclaró sus intenciones y sus palabras.

Aprendió, quise entender. Un malentendido cualquiera puede tenerlo, me ha pasado más veces de las que voy a admitir públicamente. 


Y luego pasó lo de JK.



En un inicio me alarmé muchísimo pero me resistí a la idea de dejarlo ir. No. Él era alguien salvable. Él había hecho muchas cosas buenas por otras, está aprendiendo, está grande, nadie nace woke, él puede hacerlo mejor, está trabajando en eso, su hija es lesbiana seguro le ayudará, él está sensibilizado, ha hecho muchas otras cosas buenas...

Y luego tuiteó el infame "Trans women are women".


Ok, me dije a mí misma, es woke, vale la pena, su corazón está en el lugar correcto. Tiene setenta y dos años, es blanco, es rico, es cis-het, es un hombre pero su corazón late donde debería latirle, está bien, no pasa nada, aclaró lo importante...


Y otra vez habló de JK, ALABANDO SU TRABAJO, PRECISAMENTE LA NOVELA DE SUBTONO TRANSFÓBICO.

No lloré, mentiría si digo que sentí algo muy dramático o algo así. Para nada. Lo que sí es que sentí la decepción se esparció dentro de mí, combinándose con mi sangre. El desencanto, la desilusión, el enojo...

"Terminamos, te odio, arruinaste mi vida"


No le dije a nadie y me tomó muchas horas después pero por fin le quité el follow. No había manera de que YO pudiera justificarle a él eso. ¿Con qué cara iba a pelearme con terfas, con quÉ CARA IBA A DECIRLE A MIS AMIGUES TRANS QUE LES AMO CUANDO SIGO A ALGUIEN QUE ABIERTAMENTE APOYA A UNA TRANSFÓBICA CULERA?

No había manera. Lo pensé, no voy a mentir, pensé en cómo podía darle otra oportunidad. Esperé sentada con el teléfono en las manos a que él agarrara el p2, porque no fui la única que se lo dije. Esperé y esperé y nada llegó. Él de verdad no veía el mal que hizo y si sí, no le importó. Tuve que quitarle mi follow y con mi presencia en twitter también se fue un poquito de mi corazón y mi adolescencia. 

Me puse muy triste por lo mucho que él significaba para mí pero tuvo que pasar. No pude pasárselo por alto, ya le había dado muchas oportunidades...


Después de ese desastroso final para nuestra historia, miento si digo que no espero que reaccione y aclare todo y diga que ya entendió y que sí fuck jk y que trans rights are human rights. Todos los días desde entonces me despierto deseando dos cosas: Que el mimors vuelva y que Stephen tuiteé que sí la cagó y que pida disculpas. Nada de eso sucede. No me puedo sentar y ver mi vida pasar esperando que pase. Es inútil.


Dejé que mi admiración por él me hiciera obviarle muchas cosas y yo sé que no es malo, no hace cosas activamente para dañar a otrxs, sé que sería incapaz, que en su corazón no hay espacio para el odio, que si es lo suficientemente valiente para decir vía internet que Trump es un pendejo es porque su corazón late donde debería.

Pero es irresponsable y es irresponsable de mi parte fingir que lo que hace bajita la mano no es horrrendo.

Poco tiempo después  vi  algo en mi TL y me di cuenta de que mucha gente a la que sigo y que me sigue, que dan RT y por todas las conversaciones en las que no soy participante ni invitada pero que puedo ver sé que es algo muy común. El activismo, sobre todo vía internet, se ha vuelto mucho un culto. 

Imperdonable que critiques o cuestiones a X o Y postura, a R o D activista, a Q o G colectivo/grupo. No sólo son ellxs, las caras, los nombres y las cuentas con poder quiénes te condenan, sus fans, lxs gruppies, lxs de la secta quiénes te linchan virtualmente.

Critiqué una vez el uso de la brujería como estética shida y punk de los colectivos feministas y me llovieron respuestas, insultos, ofensas a mi intelecto y hasta DM y bloqueos de parte de grupos grandes como las br*jas del m*r. 

Critiqué el uso del término "ecofascista" haciendo referencia a la violencia que vive la gente vegana por ser vegana y militar el veganismo y hasta me hicieron llorar.


Lo tuiteé una vez: Dejaron de rezarle a dioses y gobiernos pero ahora le rezan a ideologías y activistas.

Lo entiendo, entiendo mucho que sea increíblemente difícil tomar la suficiente distancia entre tú y tu objeto de aprecio/admiración para ver las cosas claras, para poder tener una postura objetiva y saber cuándo algo se está volviendo dañino. Lo entiendo, como ya retraté antes, lo viví. 

La cosa es que, mientras más demandante se vuelva el activismo, mientras más popular, de moda, más poder haya detrás de esos lugares activistas, más demente se vuelve todo.

La gente es hipócrita, es nuestra naturaleza serlo y a mí no me da cosa decir que lo soy o no sé cuál sea el problema de lxs demás. Así fuimos configuradxs. Somos hipócritas y egoístas y si no nos lastima directamente a nosotrxs, no nos importa, vale menos, podemos dejarlo pasar. Pero imagínense con lugares de poder como influencers, escritores, músicos, actrices, directoras, guionistas, comunicólogos, periodistas, rayos, hasta tiktokers... Imagínense tener ese poder, ese lugar y no poder hacerse responsable porque unx es hipócrita y es egoísta y es incapaz de reconocerlo.

El fanatismo es horrible y en lo personal me asusta un montón. La humanidad se caracteriza por su historia con el fanatismo, si conoces algo de historia entonces entenderás la gravedad.

Si la gente no agarra el p2 con su fanatismo todo esto se volverá una ola fascista de la cuál será muy difícil salir. 




Stephen King significa mucho para mí pero sé que lo que hace hiere directamente a la gente trans. Yo no soy trans, soy cis pero me duele y sé que no debo dejarlo pasar. No porque une de mis mejores amigues es trans, no porque muchísima gente pansexual es trans, no porque yo le deba algo a alguien. Pero porque es lo correcto y mi corazón late donde debería y sangra de donde debería.


Ojalá dejen de solapar violencias de sus activistas/ideologías/colectivos/grupos/ídolos sólo porque no es contra ustedes, sólo porque sienten muchísima admiración. Eduquen a la gente, eduquen donde están y a quiénes siguen. Yo confronté a Stephen King, un escritor gringo con más de cuatro millones de seguidores y yo sé que quizás jamás leyó mi tuit y que no le importa que una morra de veinticinco años triste y mensa le deje de seguir. Ya le di mi dinero, ya le di mis años de adolescencia. Hice mi intento porque significaba algo para mí y eso es todo lo que puedo y ustedes pueden hacer.


No alimenten ese fanatismo, no dejen que crezca la idealización. La gente es hipócrita y egoísta, la gente tiene veneno en el corazón y a veces la gente se deja llevar por eso. No está mal serlo, porque es lo usual, está mal no reconocerlo porque si ni siquiera somos capaces de cuestionarlo/cuestionarnos, no seremos capaces de mejorar.