Tuvo que pasar mucho tiempo (y muchos sinsabores) para que aprendiera que no existe ni "lo bueno" ni lo "malo", todo está bajo el lente en que lo mires y me explico: La gente no es como en las pelis de Disney, quiero decir, no existen enteros en la humanidad. Somos matices de grises. No existe nadie "enteramente" bueno ni nadie enteramente malo. Como prismas, tenemos lados que brillan y otros que son opacos.
Aun así y teniendo tan fresca esa lección dentro de mi mente me cuesta deshacerme de los viejos hábitos. Crecí rodeada de catolicismo, se me impuso esa religión hasta por la nariz y a pesar de que ahora me he alejado bastante de todo lo que representa, creo que mucho aprendizaje aún sigue dentro de mí. Siento culpa por muchas cosas, siento culpa por cosas que no son extraordinarias, que hasta de hecho son naturales y normales, pero no me permito flaquear. ¿Qué hacen las personas buenas? Hacer cosas buenas, prevenir el mal. Pero a veces no tengo ganas ni energía ni idea de cómo ser una buena persona. Me gusta pensar que cuando no estoy participando activamente en la marginación y opresión estoy siendo buena persona pero las personas buenas no piensan los malos pensamientos que a veces he llegado a pensar.
"Pensamientos intrusivos" me gusta decir porque no tengo mucho control sobre ellos. Aparecen, espontáneos e implacables pero apenas los dejo reposando unos segundos la culpa llega y los destierro de mi mente con una frenética preocupación, casi obsesiva. ¡¿Cómo me atrevo a pensar así?! ¿Es que soy una horrible persona?
No, leí en internet que es algo muy común entre la gente pensante. No hay nada de qué preocuparse mientras esos pensamientos no se vuelvan acciones.
Los míos no se vuelven acciones, a veces sí se convierten en deseos. Y entonces, pasa.
No me malentiendan, no voy por ahí deseándole el mal a la gente que no me hace nada, a desconocidxs o así. Tampoco. Creo que hay líneas y límites que no deben ser cruzados y en realidad yo no tengo nada en contra de "la humanidad".
No puedo evitarlo, ¿Saben? El ver a alguien que me hizo daño o que le hizo daño a alguien que amo y no pensar cosas malas. Por eso procuro mucho el evitar a esta gente. No tengo ninguna intención de encontrarme con esa gente porque sé que no me hará ningún bien para mí, ni emocionalmente ni, pues, mentalmente. Pensar y desear el mal es desgastante.
Prefiero darles la vuelta, faltar a esa fiesta, silenciar esa cuenta, no volver a aparecerme por ahí si sé que habrá gente non-grata para mí.
Lo que sucede después de estos pensamientos, en seguida de eliminarlos de mi ser, es que llega la culpa.
¡¿Qué clase de persona *piensa* esto?! ¡Qué fraude que alguien que se piense buena tenga el descaro y el veneno de desear algo tan horrible!
Y aquí está la cuestión: Yo nunca he proclamado ser buena, cuando era muy chiquita y vi que no entraba en los ideales católicos, me quité ese "idealismo" de considerarme a mí misma buena y digna y ser divina, "hija de dios".
Conforme crecía y me enfrentaba a estos sentimientos y pensamientos alejados de la divinidad y la gracia de un dios bondadoso y compasivo, entendí que jamás tendría lugar ahí, en esa gloria tan elevada y tan anhelada por la humanidad.
Yo siento ira y siento decepción y me enojo y siento el impulso de soltar un madrazo cuando me siento en peligro y lloro y grito y destrozo todo a mi lado. Las nubes sobre mí se vuelven grises y el viento sopla con fuerza y la tormenta arrasa con todo o si lo prefiero enciendo chispas y quemo todo hasta dejarlo en cenizas.
Y soy resentida y planeo mis vendettas y tacho nombres y se me amarga la voz de sólo pronunciar heridas pasadas. Y me enojo y saboteo y si tuviera tantito control no duden ni un segundo que tomaría cartas en el asunto.
Soy punitiva y burlona y reacia a "ser la mejor persona". No soy mejor a nadie y no tengo intención de serlo. No soy misericordiosa y tampoco sé perdonar. Me parece inútil.
No me siento orgullosa pero tampoco me siento "arrepentida".
En las últimas semanas había estado teniendo ciertos altercados con gente que en realidad siempre me ha importado una mierda pero ajá, hay que mantener un perfil bajo y la sonrisa amable y chalalá. En algún momento de ira, en medio de lo que yo sentí como ataques y burlas, salió lo peor de mí. Mis pensamientos, más allá de la ira fantasiosa que me caracteriza, fueron tan calculadores y realistas que hasta por un momento me asusté porque no es algo tan mío de mí. Pensé que eran tan cercanos a la realidad que hasta podrían hacerse verdad.
Se hicieron verdad, me enteré hace no mucho. Y como se imaginará, quedé SHOOK.
¿Yo provoqué esto? ¿Fui partícipe? ¿Activamente traje desgracia a la vida de estas personas? ¿Mis pensamientos se volvieron deseos y esos deseos se intensificaron tanto que literalmente se materializaron? ¿Tengo algún poder sobrenatural de ejecutar mis más terribles castigos?
Estuve varias horas, varios días dándole vueltas a lo mismo. No creo en el karma, me parece algo ocioso y tampoco creo en la justicia divina, de verdad pienso que Diosita anda más ocupada por ahí haciendo más realidades y humanidades que preocuparse por devolverme el zape que yo inintencionadamente lancé al universo.
Mi culpa católica me siguió como fantasma.
Yo no tengo la culpa de que esa gente haya vivido lo que vivió. Ni siquiera conozco sus circunstancias y si las cosas pasan es porque algo condujo a todo eso. No creo en las coincidencias, la vida más bien es una fila de dominó que cae...
Yo estoy lejos de ellxs, no tengo poder político, ni dinero ni tratos con entidades no-humanas que me permitan mover hilos y hacer mi voluntad. Soy tan normal y tan común como cualquier otra persona. Y la verdad no me da particular gusto lo malo (o bueno, a decir verdad) que puedan vivir.
Repetiré lo que una vez tuiteé, hace bastante tiempo:
"Aquellxs que alcen sus bocas contra mí han de caer"
(O ya no me acuerdo si esas fueron mis palabras exactas XD)
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