Luego de haber dejado ir a Gerardo, a Paula, a Karli... ¿Ustedes creen que me voy a tomar la libertad, la molestia, de hacer un análisis exhaustivo para tomar una decisión?
Ja, no.
Y no es que no me importe, sí me importa, pero ya no vuelvo a dejar mi salud mental en segundo plano. Voy a salvarme a mí misma y estoy dispuesta a perderlo todo si esa es la respuesta.
Pero no nos adelantemos, todavía no mando a la verga a las personas. Lo que sí es que una sensación de vacío y desilusión me viene aplastando la poca cordura que me queda y me siento completamente abrumada. Cada vez que entro a internet y veo cosas QUE EVIDENTEMENTE NO QUIERO VER, siento que me escupen en la cara y el corazón se me fractura un poco más.
Entiendo que el ser humano no es alguien tan desinteresado y hasta de naturaleza egoísta -supongo tiene que ver con el hecho de tener pulgares-, pero, carajo, ¿Es muy necesario hacerlo obvio?
No es que de repente espere que absolutamente todes les mexicanes salgan por sus ventanas a cantar Cielito Lindo, Imagine -o alguna otra canción buga-, donemos todo nuestro dinero y nuestras cosas a quiénes más lo necesitan y bordemos una gran bandera del país.
No lo espero, aunque sería genial, pero yo sé que así no funcionan las cosas. "Primero yo, luego yo, y al final yo" es el mantra que nos hicieron memorizar en mi curso de primeros auxilios, así que créanme que lo entiendo. No es una filosofía bajo la cual viva, no tengo autoestima para tener esas expectativas o ganas de ponerme por sobre les demás pero he leído muchas veces Frankenstein y a Mark Twain así que sí tengo una comprensión profunda del tema.
La cosa es que, uno de mis mayores orgullos es conservar amistades valiosísimas, personas llenas de bondad y generosidad, determinación y talento, que me han ayudado cuando más lo he necesitado, que me han abrazado afuera de los bares en las frías noches de noviembre, que me han limpiado las lágrimas en los baños de sus casas, de sus autos, del cinépolis, que han estado ahí...
Lo que resulta un duro golpe cuando cada que abro Facebook o Instagram es encontrarme con kilométricos álbums de fotos de sus vacaciones. Porque esta pandemia es eso para ellxs, vacaciones. Vacaciones en la playa, vacaciones con la familia. El bautizo, el día del niño, la comida por el día de la madre... Comprar juguetes, ropa y demás cosas banales.
También me emputa por el hecho de compararme con ellxs: Mis má-pás están haciendo el sacrificio -económico, físico y mental- de quedarse encerradxs porque saben que es lo mejor, no sólo para conservar su salud sino para evitar contagiar a otrxs.
Estas últimas semanas han sido un suplicio para mí, la estoy pasando MUY MAL, los muebles ya empezaron a contestarme y a verme feo, siento que se me están deshilachando los pocos cordones donde se balancea mi salud mental. Quiero llorar y no puedo, todo el maldito día me estoy muriendo de sueño y ya se me empiezan a notar las costillas y no sé por qué si se supone que estoy comiendo bien.
¿POR QUÉ NO PUEDEN HACER LO MISMO?
Siendo yo neurodivergente es mucho más difícil aferrarme a lo poco normal que le queda a mi vida -y a mi persona, siendo sincera-, ¿Por qué a la gente neurotípica, en este caso, ellxs, no le importa?
¿Por qué no les importa? ¿Qué tanta molestia les puede causar? ¿Qué les resulta tan intolerable que sea inconcebible para alguien como yo?
Verga, estoy tan llena de decepción y de hastío y estoy cansada. No puedo ni siquiera articular las palabras para poder tener una conversación normal. No quiero hablarles. No puedo. No sé qué decirles.
En estos últimos días - o más bien, horas- estuve pidiendo opiniones para hacerme una idea sobre cómo abordar mejor el tema y siento que mientras más hablo de esto más me awito y más me doy cuenta de que quizás toda esta decepción me la hubiera podido ahorrar si hubiera visto a las personas por como son y no por cómo esperaba que fueran.
Tiendo a idealizar a las personas, siempre estoy deseando que sean mejor de lo que son y la verdad es que no lo son.
Ni van a encajar en mis moldes, ni me van a sorprender. Son lo que son y ya.
Supongo tiempo de sobra para pensar en esto pero le he estado dando tantas vueltas al asunto que ya no caben mis pensamientos ni en mi cabeza ni en mi casa.
Lo único de lo que estoy segura es que estoy muy cansada, ya no puedo seguir cargando más esto a cuestas. El peso de su indiferencia y de su egoísmo me lastima la espalda. Tampoco puedo seguir fingiendo que les voy a cambiar, que les voy a salvar, que les enseñaré algo.
La gente no entiende y la verdad es que tampoco lo valen.
En tiempos desesperados salen a flote nuestros verdaderos colores. A mí éstos no me gustan.
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