Aprendí desde muy pequeña que era mejor no resaltar cuando estoy entre un grupo de personas. Llamar la atención, para alguien como yo, significa arriesgarse a ser el blanco de muchas cosas. Mientras la gente se fijara menos en mí, mejor. Así me dejarían en paz. Pero incluso en mi naturaleza introvertida y mi apariencia física insignificante pasar desapercibida entre los círculos grandes de gente venenosa y poderosa resultaba casi imposible.
Hay algo en mí que repele a lxs demás. Por muchos años intenté entender qué era y con mis uñas me abrí por dentro para encontrar eso que era tan poco agraciado o tan poco tolerable para la gente ajena. Mi cuerpo, mis gustos, mis habilidades, mi personalidad, mis limitaciones y mi nulo esfuerzo por caerles bien, por servirles a sus propósitos, eran la mezcla perfecta por la que la gente sentía desagrado por mí. Hallaban en mí amenazas que yo nunca declaré, encontraban irritantes mis maneras de sobrellevar el mundo y cargarme a mí misma, no soportaban lo que salía de mi boca, de mi mente, de mis manos. La visión que tengo del mundo y de muchas cosas fue la excusa perfecta para pintarme una diana en la frente desde los once años.
Y se volvió una cacería sangrienta. Por más que intenté acoplarme y adaptarme, me esforcé por encajar en sus estándares, jamás lo logré y me rendí. Dejé de esconderme y dejé de bajar la cabeza y dejé de decir que estaba de acuerdo con ellxs y dejé de permitirles tener la última palabra. Y eso fue como prenderle fuego a una bodega llena de bombas y explosivos.
Se me acusó de muchas cosas, casi todo sin sustento.
Que si no les gustaba mi forma, mi cara, mi piel, mis dientes, mis ojos, mi nariz, mi altura, mi peso, mis manos... Que si le había robado le novix a quién sabe quién, que si me vieron a la vuelta de la secundaria platicando con X muchacho, que si ir al cine con X amiga era parte de mi plan de robársela de su novia. Que si lo que digo es irritante y estúpido, que si mis ideas y argumentos son babosos. Que si no tengo nada por aportar al mundo por qué hago tanto ruido. Que si mis gustos son infantiles, que si me falta carácter para enfrentar a la gente, que si no tengo tantas lecturas, que si mi cuenta del banco, que si mi vida personal, que si soy vegetariana, que si soy pansexual, que si soy cis, que si soy autista, que si escribo de Y persona estoy faltando al respeto y si escribo a manera general llegan T y R para hacérmela de p2 porque obvio es para ellxs incluso cuando no aparecen sus nombres.
Que si donde vivo, que si lo que leo, que si lo que tuiteo.
Lo que pienso, mis disidencias y mis privilegios se vuelven contra mí. La gente, lxs bullys, evolucionaron al punto de usar hasta lo que soy como arma para desacreditar lo que digo. Mis experiencias no valen porque ellxs no las han vivido. Es un invento, supongo.
Hacerme pequeña cuando tenía 15 años me parecía una manera muy humillante de sobrevivir pero lo acepté.
¿Pretenden que lo siga haciendo a los 25 años?
La cosa es que, la narrativa del bully es algo que he aprendido a ver bajo diversas lupas y diversas luces.
Hay gente que es cruel y venenosa porque eso es lo que aprendieron, porque con ellxs también fueron así. Hay gente que es cruel y venenosa porque es la manera que tienen de pedir ayuda, porque están perdidxs dentro de los laberintos de amargura que ellxs mismos construyeron por miedo a ser lastimadxs. Hay gente que es cruel y venenosa porque así gana seguidores, gana validación, infla su ego y autoestima y la fama, en el 2020, lo es todo. Hay gente que es cruel y venenosa porque lo disfruta y tan tán, no hay razón misteriosa detrás.
He convivido toda mi vida con esos tipos de personas, no hay bully disfrazadx de víctima que me engañe. Puedo ver a través de las acciones, las palabras y las líneas si me digno a prestar atención.
Lo que sucede es que ahora toda esa dinámica de lxs bullys ha evolucionado, claro está, así como la sociedad "mejoró". La gente malvada encuentra maneras de seguir viviendo esa malvadez (?
Es difícil que ahora encontremos a alguien riéndose del físico de alguien más porque eso sería imperdonable en este siglo y en este año. Ya todxs somos woke y tememos más a la cancelación masiva que a herir los sentimientos de alguienDIGO ya me entienden.
Lo que no es difícil es encontrarnos a gente subida en sus pedestales, armadxs con ladrillos de superioridad intelectual/moral listxs para lapidar a quién sea que les contradiga. Muchxs de esxs bullys se pusieron una camiseta y se pintaron la cara para disfrazarse y tomaron movimientos sociales para justificar sus vilezas. Ahí tienen a lxs izquierda-fachxs, a las terfs, etc, etc.
Lxs bullys se adaptaron a las condiciones -al menos lxs astutxs- y aprendieron a utilizar sus disidencias como escudo y justificación. Y si no tienen se las inventaron.
Así si te atrevías a dar una opinión contraria, siquiera a insinuar que piensas diferente o que no estabas de acuerdo, podían sacar la tarjeta de la opresión.
Gente neurodivergente siendo transfóbica. Gente LGBTQ+ siendo capacitista. Mujeres siendo racistas. Gente racializada siendo misógina.
Muchxs incluso sin tener sistema que les respalda se atreven a patear a quiénes están en el piso. Porque sí. Porque eso demuestra poder, porque con eso alcanzas otro escalón en la pirámide jerárquica de la popularidad humana. Porque son bullys.
Pero a mí no me importa nada de eso, porque el daño es el mismo. No me importan sus razones para ser así y no me interesa conocerlas. Esto no es una película de Marvel, hay vidas perdiéndose diario, a cada hora, y no me da la gana ponerme filosófica para desenredar el misterio de la maldad humana. Eso me importa una mierda y me importan una mierda sus disidencias y me importan una mierda sus privilegios.
Para salvarnos tenemos que tumbar a todo el sistema, parejo, no unxs más y unxs menos. Todxs o nadie.
Y que se caiga quién se tenga que caer.
Al final, lxs bullys son eso: Bullys.
¿Qué ganan? Satisfacción, popularidad, seguidores, votos, puntos woke-ness. Validación propia y ajena.
Medirse los intelectos, aber quién tiene más artículos de wikipedia memorizados, aber quién conoce más de las noticias actuales, aber quién sigue a más organizaciones, aber quién ha plantado más bombas de glitter, aber quién ha convocado a más marchas, aber a cuántas "cancelaciones" has sido expuestx. Aber cuántas discusiones con extrañxs de internet ganas. Aber a cuánta gente ofendes. Aber a tus alianzas. Aber tu cuenta de Twitter. Aber tus foros de Reddit/4Chan/Discord. Aber tus acciones, aber tus acuerpaciones, aber tus preocupaciones...
Y a nadie le importa ver dentro de su corazón y el corazón de lxs demás. A cuánta gente pisaste y qué ganaste con ello. A cuánta gente hiciste llorar y cuántos puntos del "Tengo razón y tú no" coleccionaste.
A qué altura escalaste y cuál fue el costo. A quién salvaste, a quién ayudaste, a quién hiciste sentir mejor, de quién te hiciste amigue, a quién defendiste, y por qué le defendiste.
Una vez lo escribí y lo vuelvo a reiterar: El poder es adictivo. Cuál sea su tipo. La popularidad también y la sensación de razón, validación y soberbia son como líneas de cocaína. La gente se pierde en ello y pierde de vista la meta en común.
Hay gente que está tan obsesionada con cuidar su lugar en este juego de ajedrez que está a dispuesta a volverse bully -incluso sin darse cuenta- para asegurarlo.
Nunca pierdan de vista quiénes son, por qué estamos luchando y contra quién luchamos. Por favor.