lunes, 23 de noviembre de 2020

A quién corresponda:

 Han pasado dos semanas desde que escribí para mi blog. La falta de actividad social y mi propio desánimo muy natural por las actuales circunstancias me impedían encontrar (o pensar) algo de qué escribir. Saben que he pasado esa etapa en la que me frustro por no tener tema de conversación, ahora sólo escribo este blog cuando tengo algo interesante por decir.

Mi salud ha sido una montaña rusa en las últimas tres semanas y aunque por el momento todavía no se estabiliza del todo, estoy bien, nada grave y esperemos pase pronto.


Lo cierto es que tenía una idea para escribir pero sabía lo que eso significaba. Quería -y hasta llegué a redactar un poco de ello en mi cabeza, antes de dormir- sentarme a escribir algo muy sincero y emotivo pero siempre lo postergaba. "No estoy lista" me decía a mí misma. Tenía ganas pero tenía más miedo.


Sé que en el momento en que lo diga, lo haga público, se acabó. Se acabaron esos años de mi vida, se acabó esa Mariana enamorada del mimors, se acabaron esos sueños, esas ilusiones y ese deseo de quedarme con él el resto de mi vida. Si lo digo en voz alta, significa que estoy cerrando la puerta.


He vivido muchas cosas en mi vida que pensé que merecía porque eran lo único que conocía. 

Pero no me merezco esto. Ya no.





En un inicio mi idea era escribir una carta para quién aún no conozco pero hablándole en el presente y explicando mi situación de antes, de entonces y de mis ideas para el futuro. Así cuando llegara esa persona poder mandarle el link a esto para no tener que explicarlo xd pero escribiendo de eso en mi diario me di cuenta de que más que darle un mensaje de esperanza a Esa Persona Nueva (C) es más bien sólo un recurso para reconciliarme con la idea del final.

Soy pésima con los finales, no importa cuántas veces cante Too Good At Goodbyes y no importa cuántas rupturas me atreva a rememorar en mi vida, cada una se ha sentido como el final de mi vida y ésta no es la excepción. 

Recuerdo mucho cuando tenía trece años y un niño me había roto el corazón. Mi primer ruptura. Pensé que me iba a morir de la tristeza y que jamás nadie me iba a querer y que yo jamás iba a querer a alguien más y no fue cierto. Pasó el tiempo y conocí a más gente y así siempre ha sido. Sé que eso debería darme la perspectiva sana de que las rupturas son algo normal y que es cuestión de tiempo para sanar y conocer a otras personas y que todo el ciclo se vuelva a repetir pero, ya saben, sigue siendo difícil, no importa cuántas veces diga que lo entiendo, eso no lo hace menos doloroso.


Reconciliarme con la idea de dejarlo ir, de dejar ir a todo esto, es crecer. Y qué aterrador es crecer.  Sobre todo ahorita, en medio de una pandemia y todo eso.



Se suponía que también escribiría una breve explicación de mis esquinas rotas, mis descosidas, mis parches y todo lo malo que eso conlleva pero lo cierto es que he mejorado mucho en los aspectos de mi persona que causaron dolor en el pasado a personas que no lo merecían. He aprendido a comunicarme mejor, comunicar mis necesidades, mis fallas, mis dolores y encontrar solución a ello en vez de simplemente huir. 

Todavía no estoy por completo construida, -¿quién lo está, lol?-, pero me esfuerzo en el ánimo y la perseverancia -¿o necedad?- 

Más allá de dibujarme como apetecible/atractiva o cuando menos interesante, la sola idea de hablar de mí para ~atraer a alguien~ me da repelús. Nunca de esas cosas me ha salido bien y la última vez lo que intenté terminé tomando fourloko dentro de un C*népolis con alguien bastante cuestionable.

Las cosas funcionan mejor para mí cuando no las pienso, cuando no las fuerzo, cuando no me empeño en buscar lo que evidentemente no hay nada ahí para mí. 

Por el momento, puedo asegurarles que estoy componiendo mi corazón a mi ritmo y con tanta gracia puede tener alguien de veinticinco años más o menos responsable. Ha sido una culerada sobrevivir a quizás el rompimiento más difícil y doloroso que he vivido en mi corta vida en medio de una pandemia mundial pero, carajo, estoy segura que la he pasado peor. Y aquí sigo.



Al final, más que una carta, lo que quería hacer era publicitar mi re-ingreso a la vida romántica y de cierta manera ponerme ya un letrero de apartada en la frente.

Pero ni soy una cosa para apartarme y no quiero pintarme una diana para que lxs depredadores me encuentren más fácil. 

No estoy buscando nada, sólo estoy aquí.









No hay comentarios.:

Publicar un comentario